La trata de personas y el tráfico ilícito de migrantes son fenómenos complejos que afectan a las personas de distintas maneras. Si bien en ocasiones están vinculados, constituyen delitos distintos.
La trata de personas entraña la captación, el desplazamiento o la acogida de personas con fines de explotación, como la explotación sexual, los trabajos forzados, la esclavitud o la extracción de órganos. Las víctimas pueden ser menores o adultos, niños, niñas, hombres o mujeres, y son objeto de trata mediante la utilización de medios inapropiados como la amenaza o el uso de la fuerza, las maquinaciones fraudulentas, el engaño o el abuso de poder. Puede producirse dentro de un país o a través de las fronteras. La trata de personas, por consiguiente, se caracteriza por la comisión de un acto (la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas) y la utilización de medios concretos (la amenaza o el uso de la fuerza, el engaño, el fraude o el abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad) con fines de explotación (por ejemplo, la explotación sexual, los trabajos forzados, la esclavitud o la extracción de órganos).
Una muchacha se emplea como trabajadora doméstica en una región distinta de su país con la promesa de un buen sueldo y prestaciones laborales. Sin embargo, se ve sometida a condiciones de trabajo degradantes y no recibe ningún sueldo. El acto: la captación y transporte de la muchacha que es acogida en una región distinta de su país; los medios: el engaño y la falsa promesa de buenas condiciones de trabajo; y el fin es la explotación laboral para la realización de trabajo doméstico.
A diferencia de la trata de personas, que puede ocurrir a nivel nacional e internacional, el tráfico ilícito de migrantes es un delito que se lleva a cabo únicamente a través de las fronteras. Consiste en facilitar la entrada o estancia ilegales de migrantes en un país, con el fin de obtener un beneficio financiero u otro beneficio de orden material. Los traficantes convierten en negocio rentable la necesidad o el deseo de los migrantes de entrar en un país y la falta de documentos legales para hacerlo. El derecho internacional exige a los gobiernos que tipifiquen como delito el tráfico ilícito de migrantes, pero no les exige que penalicen a las personas objeto de tráfico ilícito. Habida cuenta de que los migrantes dan su consentimiento a la operación de tráfico ilícito, principalmente debido a la falta de procesos de migración regulares, no se consideran víctimas en términos absolutos. Sin embargo, los traficantes suelen poner a los migrantes objeto de tráfico ilícito en situaciones peligrosas (como las travesías marítimas arriesgadas) y, por lo tanto, los migrantes pueden pasar a ser víctimas de otros delitos durante el proceso de tráfico ilícito, en particular de graves violaciones de los derechos humanos.
Un grupo de personas cobra dinero a unos migrantes para conducirlos a través de una frontera a otro país, con lo cual estos evitan cumplir con los requisitos de entrada oficiales y eluden los controles fronterizos del país de destino. Si los migrantes no tienen suficiente dinero, el grupo les arrebata los objetos de valor que tengan consigo a modo de cobro.
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