Este módulo es un recurso para los catedráticos  

 

El papel de los ciudadanos en la lucha contra la corrupción

 

La participación ciudadana no es un concepto nuevo, aunque ha ganado popularidad en las últimas décadas. Como subrayó el National Democratic Institute (una OSC con sede en los Estados Unidos), las y los ciudadanos tienen "el derecho a participar en las decisiones que afectan el bienestar público" y dicha "participación es un motor instrumental del cambio democrático y socioeconómico, y una forma fundamental para empoderar a los ciudadanos". La participación ciudadana también se ha descrito como "un proceso que brinda a los particulares la oportunidad de influir en las decisiones públicas y ha sido durante mucho tiempo un componente del proceso democrático de toma de decisiones" (Cogan y Sharpe, 1986, p. 283). La participación ciudadana se clasifica como directa o indirecta, y la participación ciudadana directa se considera "el proceso por el cual los miembros de una sociedad comparten el poder con los funcionarios públicos para tomar decisiones sustantivas relacionadas con la comunidad" (Roberts, 2008, p. 5). Incluso hay tratados internacionales que resaltan la importancia de la participación ciudadana, como el Aarhus Convention sobre acceso a la información, participación pública en la toma de decisiones y acceso a la justicia en asuntos ambientales.

El discurso sobre la participación ciudadana se ha centrado tradicionalmente en la participación en la toma de decisiones democráticas, y hay diferentes formas en que la participación ciudadana se operacionaliza en los procesos democráticos. Esto puede ser a través de medidas de abajo hacia arriba, como la votación, organización y participación de base, o mediante mecanismos de arriba hacia abajo impulsados por organizaciones como la Alianza para el Gobierno Abierto (discutido en el Módulo 4 de la serie de módulos universitarios de E4J sobre Lucha contra la Corrupción). Innes y Booher (2004) han identificado cinco motivos para defender la participación ciudadana en la toma de decisiones públicas: 1) incluir las preferencias públicas en la toma de decisiones; 2) mejorar las decisiones incorporando el conocimiento local de los ciudadanos; 3) promover la equidad y la justicia, y escuchar a las voces marginadas; 4) legitimar las decisiones públicas; y 5) cumplir con los requisitos de la ley.

La participación ciudadana en relación con los esfuerzos contra la corrupción abarca dinámicas y enfoques que pueden diferir de la participación ciudadana en otros procesos públicos, dado que el Estado no siempre brinda a los ciudadanos el mismo acceso al espacio y la información en relación con la lucha contra la corrupción. La corrupción pasa por alto los mecanismos democráticos en la medida en que Mark Warren (2004) ha definido la corrupción como una violación de la inclusión democrática. La corrupción pasa por alto las leyes y normas que se establecieron democráticamente y excluye a quienes no participan en intercambios corruptos (por ejemplo, los servicios destinados a ser públicos se asignan a quienes sobornan o con base en el clientelismo). Por esta razón, el papel de la ciudadanía se entiende mejor en términos de responsabilidad social, cuando los ciudadanos se oponen a la corrupción manteniéndola bajo control, evaluando críticamente la conducta y las decisiones de los titulares de cargos, denunciando faltas y delitos de corrupción, y exigiendo contramedidas apropiadas.

Las formas concretas en que ciudadanos individuales pueden contribuir a la lucha contra la corrupción incluyen denunciar la corrupción a la autoridad o a través de los medios de comunicación y apoyar programas de capacitación y campañas de sensibilización que tengan como objetivo crear una cultura de integridad y tolerancia cero a la corrupción. A veces, incluso negarse a participar en prácticas corruptas es un acto importante de resistencia. Vale la pena dedicar algunas líneas al tema de denunciar la corrupción, ya que esta es una vía importante a través de la cual los ciudadanos individuales pueden participar en los esfuerzos contra la corrupción. A medida que la tecnología avanza, nuevos métodos de denuncia ciudadana están disponibles. La mayoría de las agencias contra la corrupción ahora permiten que las denuncias se realicen en línea. En muchos países, las aplicaciones para teléfonos inteligentes permiten a las y los ciudadanos denunciar fácilmente incidentes de corrupción. En 2012, el Banco Mundial lanzó su propio Integrity App. Esta aplicación permite a los usuarios hacer denuncias confidenciales de fraude y corrupción en proyectos del Banco Mundial. También proporciona enlaces a los resultados de las investigaciones. Otro enfoque para denunciar la corrupción fuera de los canales oficiales es a través del uso de crowdsourcing y las redes sociales. En India, por ejemplo, Swati y Ramesh Ramanathan crearon la plataforma en línea llamada "I Paid a Bribe" para exponer la corrupción cotidiana al permitir que las personas publiquen sus historias de forma anónima (Strom, 2012). El sitio web no solo ha servido para documentar la corrupción, sino también para aumentar la conciencia entre el público. Otro ejemplo es Digiwhist, un portal web y tecnología de aplicación móvil lanzada en Europa para la "recopilación, estructuración, análisis y amplia difusión de información sistemática sobre contratación pública y sobre mecanismos que aumentan la rendición de cuentas de los funcionarios públicos en toda la UE y algunos países vecinos". Utilizando la transparencia y la responsabilidad pública del acceso abierto, Digiwhist   se enfoca en evaluar la transparencia fiscal, la evaluación de riesgos y el impacto de las políticas de buena gobernanza.    

En muchos países del mundo, existe un riesgo concreto de la normalización de la corrupción y el declive de la crítica pública de las manifestaciones de corrupción. En un giro irónico, la corrupción termina siendo considerada un mal necesario o incluso un atajo para acceder a algunos bienes importantes. En tales contextos, la actitud crítica de la ciudadanía hacia la corrupción se debilita o se pierde por completo. En otros casos, los altos niveles de corrupción, la frustración de las y los ciudadanos con la corrupción del sector público y la mala gobernanza (que a menudo corresponde a altos niveles de corrupción) pueden conducir a la apatía de la ciudadanía, la falta de compromiso cívico y la falta de confianza en el proceso político y democrático. La apatía y la indiferencia son peligrosas porque cuando las y los ciudadanos no hacen responsables a los funcionarios públicos, la corrupción se extiende aún más, junto con la impunidad por conducta corrupta (Olsson, 2014).

La apatía ciudadana o la falta de compromiso cívico pueden abordarse empoderando a las y los ciudadanos e introduciendo enfoques innovadores para la participación ciudadana (McCormack y Doran, 2014). Por ejemplo, la ONG Transparencia Internacional lanzó una herramienta contra la corrupción llamada Advocacy and Legal Advice Centre (ALAC) destinada a aumentar la conciencia sobre la corrupción y sus consecuencias negativas, y facilitar la denuncia de la corrupción. Comenzó con tres ALAC iniciales en Rumania, Macedonia del Norte y Bosnia y Herzegovina, y luego estableció más de 60 centros en todos los continentes. Estos centros brindan a las víctimas y testigos de corrupción asistencia práctica para presentar quejas y atender sus reclamos. Al proporcionar este apoyo, los centros hacen posible que los ciudadanos denuncien la corrupción y participen en los esfuerzos contra la corrupción.

Es crucial que, en todos los países, la ciudadanía los ciudadanos puedan reconocer la corrupción y estén facultados para participar, a fin de evitar que las consecuencias de la corrupción no cesen, como las profundas desigualdades (Uslaner, 2008), el aumento de los niveles de deshonestidad privada (Gachter y Schulz, 2016), la desmoralización del público (Ariely y Uslaner, 2017), la inestabilidad e incluso el extremismo violento (Chayes, 2015). Para una discusión adicional sobre los efectos adversos de la corrupción, véase el Módulo 1 de la serie de módulos universitarios de E4J sobre Lucha contra la Corrupción.

Cuando los ciudadanos y los funcionarios públicos persiguen, usan e intercambian riqueza y poder en ausencia de mecanismos apropiados de rendición de cuentas, es común presenciar el establecimiento de lo que Michael Johnston (2005) llamó los síndromes de corrupción: tráfico de influencias, carteles de élite, oligarcas y clanes, y magnates oficiales. Para una discusión más detallada de estos síndromes, véase el Módulo 2 de la serie de módulos universitarios de E4J sobre Lucha contra la Corrupción.

Sin embargo, se debe ser consciente de la posible instrumentalización de las actitudes contra la corrupción de las y los ciudadanos. Los observadores de Transparencia Internacional señalaron, por ejemplo, que la corrupción es un elemento importante de la retórica populista. Los líderes populistas tienden a usar la indignación pública por el comportamiento corrupto para castigar a los adversarios políticos. Los movimientos populistas se presentan como una fuerza contra la corrupción basada en la idea de que las élites corruptas trabajan en contra del interés del pueblo. Sin embargo, en muchos casos, tales movimientos no van acompañados de una estrategia real contra la corrupción e incluso facilitan nuevas formas de corrupción (Transparencia Internacional, 2019). Para obtener más información sobre este tema, véase el Módulo 1 de la serie de módulos universitarios de E4J sobre Lucha contra la Corrupción. 

 
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