Viena. 06 de octubre 2011. La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) ha publicado su primer Estudio Global sobre el Homicidio. El estudio muestra que los hombres jóvenes, en particular en Centroamérica y América del Sur, el Caribe y el Sur y Centro de África, corren mayor riesgo de ser víctimas de un homicidio intencional, pero las mujeres sufren mayor riesgo de muerte por violencia doméstica. Hay evidencia de un aumento de las tasas de homicidios en Centroamérica y el Caribe, que están "cerca de un punto de crisis", según el estudio.
Las armas de fuego son causantes de las crecientes tasas de homicidio en estas dos regiones, donde casi tres cuartas partes de los homicidios se cometen con armas de fuego, comparado con un 21 por ciento en Europa. Los hombres se enfrentan a un riesgo mucho mayor de muerte violenta (11,9 por 100.000) que las mujeres (2,6 por 100.000), aunque hay variaciones entre países y regiones. En países con altas tasas de homicidio, sobre todo con armas de fuego, como los de Centroamérica, 1 de cada 50 hombres mayores de 20 años morirá antes de alcanzar la edad de 31 años - varios cientos de veces más que en algunas partes de Asia.
En 2010, a nivel mundial, se cometieron 468.000 homicidios. Alrededor del 36 por ciento de los homicidios tuvieron lugar en África, el 31 por ciento en las Américas, el 27 por ciento en Asia, el 5 por ciento en Europa, y el 1 por ciento en Oceanía.
Claro vínculo entre la delincuencia y el desarrollo
El estudio también establece un vínculo claro entre el crimen y el desarrollo. Los países con amplias disparidades de ingresos tienen 4 veces más probabilidades de ser afectados por delitos violentos que las sociedades más equitativas. Por el contrario, el crecimiento económico contribuye a evitar los crímenes violentos, como se ha comprobado en los últimos 15 años en América del Sur.
La delincuencia crónica es al mismo tiempo causa y consecuencia de la pobreza, la inseguridad y el subdesarrollo. La delincuencia disminuye las posibilidades de negocios, erosiona el capital humano y desestabiliza la sociedad. Se requieren acciones específicas. "Para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio, las políticas de prevención del delito debe ser combinadas con el desarrollo económico y social, y la gobernabilidad democrática, basada en el imperio de la ley", dijo Yuri Fedotov, Director Ejecutivo de la UNODC.
Según el Estudio, las caídas repentinas en la economía pueden elevar las tasas de homicidio. En algunos países, se produjeron más homicidios durante la crisis financiera de 2008/09, coincidiendo con una disminución del producto interno bruto (PIB), un mayor índice de precios al consumo y un mayor desempleo.
Armas de fuego, delincuencia juvenil y crimen organizado
En 2010, el 42 por ciento de los homicidios fueron cometidos con armas de fuego (Américas: 74 por ciento, Europa: 21 por ciento). Los delitos a mano armada están incrementando los crímenes violentos en Centroamérica y el Caribe - la única región donde la evidencia apunta a tasas de homicidio en ascenso. "Es crucial que las medidas para la prevención del delito incluyan políticas hacia la ratificación y aplicación del Protocolo de Armas de Fuego", dijo el Sr. Fedotov. Hizo hincapié en que si bien 89 Estados eran partes en el Protocolo, que complementa la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional, muchos más países pueden acceder a este instrumento jurídico y su Oficina está dispuesta a ayudarlos con este fin.
"Las políticas nacionales en promoción del cumplimiento del Protocolo pueden ayudar a evitar la proliferación de armas, que alimenta la violencia y los homicidios", declaró el Sr. Fedotov.
El crimen organizado, especialmente el tráfico de drogas, es responsable de una cuarta parte de las muertes causadas por armas de fuego en las Américas, pero de sólo alrededor del 5 por ciento de los homicidios en Asia y Europa (acorde a los datos disponibles). Sin embargo, esto no significa que existan grupos activos del crimen organizado en estas dos regiones, sino que pueden estar operando en una forma que no emplea la violencia letal en la misma medida.
El crimen y la violencia están fuertemente asociados con la existencia de un gran número de población juvenil, especialmente en los países en desarrollo. Mientras que 6,9 personas por cada 100.000 son asesinadas cada año a nivel mundial, la tasa de hombres jóvenes víctimas es tres veces mayor (21,1 por 100.000). Los hombres jóvenes tienen más probabilidades de poseer armas y participar en crímenes callejeros, participar en guerras de pandillas y cometer delitos relacionados con drogas. En las ciudades se cometen 3 veces más homicidios que en las zonas menos pobladas.
Dimensiones de género de los delitos violentos
A nivel mundial, el 80 por ciento de las víctimas y autores de homicidios son hombres. Pero mientras que los hombres tienen más probabilidades de morir en un lugar público, las mujeres son asesinadas principalmente en el hogar, al igual que en Europa, donde la mitad de las víctimas fueron asesinadas por un miembro de la familia. La inmensa mayoría de las víctimas de violencia por parte de la pareja o la familia son mujeres. En Europa, por ejemplo, en 2008 las mujeres representaban casi el 80 por ciento de todas las personas asesinadas por su pareja actual o anterior.
Un cuadro más abarcativo
En la actualidad, los datos de homicidios intencionales se derivan de los sistemas de justicia penal o de salud pública. Sin embargo, no todos los países tienen la misma capacidad de compilar estadísticas consistentes y confiables sobre delincuencia.
Por lo tanto, las entidades internacionales y regionales tienen una visión parcial de la situación mundial de la delincuencia. El conocimiento de los patrones y causas de los delitos violentos es crucial para la elaboración de estrategias preventivas.
La UNODC apoya a los Estados en materia de prevención del delito y justicia penal, especialmente en lo relacionado al narcotráfico y al crimen organizado. La Oficina ha desarrollado instrumentos de asistencia técnica para ayudar a los Estados a traducir las políticas en realidades, y apoya el desarrollo de estrategias modelo y medidas prácticas.
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