Al anunciar un debate de alto nivel sobre el problema mundial de las drogas, la UNODC en Bolivia hace un llamado a la cooperación regional y a un enfoque equilibrado centrado en la salud
La Paz, 25 de febrero de 2014 (UNODC) - Los Estados miembros de las Naciones Unidas llevarán a cabo un examen de alto nivel de la Declaración Política y Plan de Acción sobre el problema mundial de las drogas en Viena el 13-14 de marzo.
La heroína, la cocaína y otras drogas constituyen una grave amenaza para la salud pública pues se estima que causan la muerte de unas 200.000 personas al año. Las drogas ilícitas y el tráfico de drogas, además, estimulan la violencia armada, el conflicto y el terrorismo, al tiempo que erosionan el Estado de Derecho y los derechos humanos, así como el desarrollo económico y social. Las ganancias de las drogas ilícitas tienen un valor anual estimado de 320 millones de dólares.
Reconociendo estos desafíos, en marzo de 2009, los Estados miembros de las Naciones Unidas adoptaron una Declaración Política que confirma las tres convenciones de fiscalización internacional de drogas como las piedras angulares del sistema internacional de fiscalización de drogas, y un Plan de Acción destinado a reducir o eliminar el impacto de las drogas ilícitas.
El Examen de Alto Nivel que tendrá lugar en Viena este marzo se centrará en la aplicación del Plan de Acción hasta la fecha. El evento reunirá a más de 1.500 participantes de los Estados miembros, entre expertos, parlamentos, organizaciones intergubernamentales, sociedad civil, sector privado y medios de comunicación. El debate sobre el problema mundial de las drogas se trasladará luego a un período extraordinario de sesiones de la Asamblea General en 2016.
Fuera de este período extraordinario, la Comisión de Estupefacientes es el órgano de las Naciones Unidas al que compete la responsabilidad primordial en cuestiones de fiscalización de drogas, y es el foro donde los Estados Miembros pueden debatir el problema de las drogas en forma de deliberaciones continuas a través de consultas regulares de expertos, períodos de sesiones sobre temas especiales y diálogos de políticas.
El 25 de febrero, el Representante de la UNODC en Bolivia, Antonino De Leo, organizó en la sede de Naciones Unidas en La Paz un desayuno con la prensa para informarla de las próximas ocasiones de examen y debate internacional sobre el problema mundial de las drogas. En esta circunstancia, refiriéndose a un documento elaborado por el Director Ejecutivo de la UNODC en Viena (UNODC/ED/2014/1 - http://www.unodc.org/documents/commissions/CND-session57/UNODC_ED/V1388517s.pdf).
De Leo expuso algunas de las tendencias mundiales de la evolución del problema de las drogas desde la aprobación de la Declaración Política en 2009, destacando algunas lecciones aprendidas. De Leo enfatizó varias veces que el documento, que tiene por objetivo apoyar a las deliberaciones del próximo examen de alto nivel en Viena, "no pretende ser prescriptivo, puesto que es prerrogativa de los Estados Miembros formular decisiones sobre las futuras políticas de fiscalización internacional de drogas".
Principales tendencias mundiales tras la Declaración política del 2009
Los progresos realizados desde la aprobación del Plan de Acción en 2009 son desiguales. Se advierten tendencias positivas como resultado de las medidas adoptadas por los gobiernos, como por ejemplo reducciones visibles desde 2007 en la producción y consumo de cocaína, el consumo de opiáceos en algunas regiones, el consumo de drogas por inyección y la propagación del VIH/SIDA en algunos países.
El mercado mundial de cocaína, en particular, se ha contraído en los últimos cinco años. La superficie total dedicada al cultivo del arbusto de coca disminuyó en el 26% entre 2007 y 2012, y el consumo de cocaína en América del Norte, el mercado de cocaína más grande del mundo, disminuyó en cerca del 35% entre 2007 y 2011, en tanto que en Europa, el segundo mercado de cocaína en importancia del mundo, el consumo se estancó e incluso disminuyó en países cuyos mercados de cocaína son los más grandes. Los aumentos registrados en otros mercados de cocaína -en América del Sur, Oceanía, Asia y África- no neutralizaron los índices de disminución de América del Norte.
A pesar de los progresos logrados, la magnitud general de la demanda de drogas no ha cambiado sustancialmente a nivel mundial. La prevalencia mundial del consumo de drogas ilícitas continúa fluctuando en torno al 5% en la población de 15 a 64 años de edad.
El revés más grave ha sido el aumento del cultivo ilícito de la adormidera. Aunque a nivel mundial su cultivo ilícito disminuyó en más del 20% entre 2007 y 2009, para 2012 se habían alcanzado de nuevo los niveles de 2007, con incrementos constantes en todos los principales países productores.
Otro graves reveses han sido la expansión del mercado ilícito de estimulantes sintéticos; el incremento del cultivo de cannabis en interiores en un número cada vez mayor de países desarrollados; la vulnerabilidad de África frente al consumo y el tráfico ilícitos de drogas; así como el creciente abuso de medicamentos de venta con receta, como los analgésicos y tranquilizantes en varios países de diversas regiones.
En los últimos años el tráfico de drogas ha desencadenado una oleada de violencia extendida en América Latina (en particular en algunas partes de Centroamérica y América del Norte), África occidental (debido a los diversos desplazamientos de las rutas del tráfico de drogas) y Asia occidental, y los países afectados pagan un alto precio en vidas humanas. En algunos países de Centroamérica se han registrado los índices de homicidio más elevados del mundo, a menudo con cifras de muertos superiores a las de algunos países afectados por conflictos armados.
En varias de las esferas temáticas y zonas geográficas no es todavía posible la vigilancia efectiva del problema de las drogas y las respuestas a él. Muchos países en desarrollo, particularmente de África y Asia, carecen todavía de la capacidad de recopilar, analizar y divulgar sistemáticamente incluso la información más básica relacionada con las drogas.
En años recientes han surgido una serie de nuevos problemas que no se preveían ni abordaban detalladamente en la Declaración de 2009. Nuevas sustancias psicoactivas aparecen en el mercado mundial a un ritmo sin precedentes. Estas sustancias objeto de abuso, que pueden plantear una amenaza para la salud pública, no están sometidas a fiscalización internacional. A agosto de 2013 se había informado a la UNODC, a través de su Sistema de Alerta Temprana, de la existencia de más de 350 nuevas sustancias psicoactivas, frente a un total de 234 sustancias fiscalizadas en virtud de la Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes y el Convenio sobre Sustancias Sicotrópicas de 1971.
Otros problemas son el creciente papel que juegan las ciber-tecnologías en el tráfico de drogas y las actividades conexas de blanqueo de dinero, así como la creciente utilización de los precursores que no están sometidos a la fiscalización internacional.
Algunas experiencias adquiridas sobre el funcionamiento del sistema de fiscalización internacional de drogas
Entre las experiencias adquiridas sobre el funcionamiento del sistema de fiscalización internacional de drogas, De Leo destacó las siguientes:
Las sustancias fiscalizadas continúan causando menos daño a nivel mundial que sustancias no fiscalizadas como el alcohol o el tabaco, aunque las sustancias fiscalizadas tienden a ser más peligrosas. Mientras que el número total de muertes anuales relacionadas con las drogas se calcula en cerca de 200.000 personas, la cifra anual de muertes relacionadas con el alcohol es de 2,3 millones y en el caso del tabaco de 5,1 millones. Ello refleja el hecho de que sustancias psicoactivas que se pueden conseguir legalmente están mucho más extendidas que las drogas fiscalizadas.
En la lucha contra las drogas solo podrán alcanzarse logros sostenibles mediante un enfoque equilibrado, que atienda tanto a la oferta como a la demanda. Los países que han logrado reducir el consumo ilícito de drogas se han concentrado a la vez en el aspecto de la oferta y en el de la demanda, aplicando medidas de intervención, políticas y servicios basados en datos científicos. De las investigaciones se ha podido deducir que factores relacionados tanto con la oferta como la demanda influyen en los niveles generales del consumo ilícito de drogas.
La aplicación de los tratados de fiscalización internacional de drogas con un enfoque centrado en la salud produce resultados efectivos: la prevención, el tratamiento basado en los derechos y la rehabilitación de los consumidores de drogas es el remedio más eficaz.
● Los programas de prevención de base empírica representan las medidas de intervención más eficaces en función de los costos para reducir el problema de las drogas puesto que pueden prevenir o por lo menos retardar la iniciación del consumo ilícito de drogas. Por cada dólar que se invierte en la prevención se ahorran como mínimo 10 dólares en costos futuros de los servicios sociales y sanitarios y en medidas de aplicación coercitiva de la ley.
● El tratamiento de la drogodependencia con base empírica ahorra dinero y salva vidas. Los estudios indican que por cada dólar invertido en el tratamiento de la drogodependencia se ahorran posteriormente siete dólares. Cuanto más pronto se ofrezca el tratamiento, tanto mejores serán las posibilidades de que el afectado se libere de la adicción.
● Donde se ha aplicado un conjunto integral de servicios para la prevención del VIH entre los consumidores de drogas por inyección, han disminuido los comportamientos que conllevan el riesgo de contraer el VIH y ha habido una reducción de la práctica de inyectarse.
La comunidad internacional reconoce cada vez más que la cooperación regional es de importancia fundamental para dar una respuesta coordinada y eficaz al problema de las drogas y a otros problemas de índole transfronteriza. La UNODC también ha promovido la cooperación regional a través de diez programas regionales bien integrados y mejor vinculados. Esos programas apoyan la aplicación de los tratados de fiscalización internacional de drogas mediante un enfoque equilibrado orientado a la vez a la demanda y a la oferta.
Las inversiones en investigaciones con base empírica a la larga se ven recompensadas con políticas más eficaces y eficientes. La vigilancia estrecha de la producción de drogas y el consumo de drogas son elementos decisivos para aplicar políticas apropiadas y ajustarlas a un entorno en rápida evolución; al igual que ningún alto ejecutivo de una empresa industrial puede dirigirla sin contar con un sistema de contabilidad financiera (o de costos), el problema de las drogas no puede resolverse sin un "sistema contable" exhaustivo y preciso de los mercados de la droga.
La mejor forma de obtener reducciones sostenibles de los cultivos ilícitos ha sido la combinación de programas de erradicación y de desarrollo alternativo, y cuando los programas de desarrollo alternativo se han concebido en marcos de desarrollo más amplios. De los datos sobre cultivos ilícitos se desprende que donde la erradicación de un cultivo ilícito se lleva a cabo sin contar con un programa acorde de desarrollo alternativo, las reducciones de los cultivos ilícitos no han sido sostenibles. Además, las estrategias para agregar valor a los productos y estimular el espíritu empresarial, por ejemplo las empresas dirigidas por pequeños agricultores, han tenido un efecto considerable en el buen éxito de la labor encaminada a disuadir a las comunidades campesinas de dedicarse a los cultivos ilícitos y, al mismo tiempo, han mejorado los niveles de vida de los hogares de los pequeños agricultores. En el marco de la erradicación de cultivos y el desarrollo alternativo las estrategias de conservación ambiental han demostrado también ser importantes.
Algunas reflexiones sobre el camino por recorrer en materia de fiscalización de drogas
En la aplicación de los tratados de fiscalización internacional de drogas sigue habiendo dificultades que es preciso reconocer y debatir abiertamente. Muchas de esas dificultades están relacionadas con ideas erróneas acerca de lo que los tratados realmente estipulan, lo cual es indicio de que se requiere una labor de sensibilización acerca del contenido y el espíritu de dichos instrumentos.
Es importante reafirmar el espíritu original de los tratados, que se centra en la salud. El propósito de los tratados no es librar una "guerra contra las drogas" sino proteger la "salud física y moral de la humanidad". Los tratados no pueden interpretarse como una justificación, y mucho menos una exigencia, de un régimen prohibicionista sino como el fundamento de un régimen de fiscalización de drogas en el que algunas sustancias psicoactivas están permitidas exclusivamente con fines médicos y científicos en vista de que, cuando se consumen sin el consejo y supervisión de los médicos o de profesionales de la salud debidamente autorizados, pueden causar un daño considerable a la salud de la población y a la sociedad.
Entre los muchos enfoques que la comunidad internacional puede adoptar para hacer frente a los problemas actuales y reorientar su labor, teniendo en cuenta el espíritu original de los tratados, De Leo destacó la importancia de:
(a) Promover una cooperación regional e internacional más eficaz. La deficiente cooperación a nivel intergubernamental contrasta marcadamente por la estructura estrechamente concatenada de los grupos delictivos que operan a nivel mundial. Es necesario compartir datos y otro tipo de información, prestarse en mayor grado apoyo recíproco para emprender operaciones conjuntas, reunir pruebas provenientes de otras jurisdicciones y apoyar realmente las solicitudes de asistencia judicial recíproca, con miras a identificar a quienes se ocultan tras la producción y el tráfico ilícito de drogas. Es también necesario reforzar la reglamentación de armas, la aplicación coercitiva de la ley a nivel transfronterizo y la cooperación judicial para fijar la mira en los traficantes y productores "al por mayor" que recurren a la violencia. Al trabajar a nivel regional, los programas regionales de la UNODC facilitan la cooperación transfronteriza y brindan conocimientos técnicos especializados para la aplicación de los tratados de fiscalización internacional de drogas, la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional y la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción, así como la adopción de las reglas y normas de las Naciones Unidas en materia de prevención del delito y justicia penal;
(b) Poner en práctica políticas y programas de fiscalización de drogas que tengan fundamentos científicos, y en la vigilancia y la evaluación. La drogodependencia es un trastorno de la salud que puede y debe ser prevenido y tratado. Ninguna autoridad nacional dejaría la prevención y el tratamiento de los trastornos de salud en manos de autodidactas. Las políticas y programas de fiscalización de drogas deben tener fundamentos científicos, que conllevan la vigilancia y evaluación científicas, como ocurre con todo problema de salud pública y deberían ser accesibles, a un costo razonable, a todas las personas que padecen trastornos causados por el consumo de drogas.
(c) Tomar medidas concretas para adoptar un enfoque equilibrado entre las estrategias de reducción de la oferta y reducción de la demanda mediante la redistribución de recursos asignados a las políticas de fiscalización de drogas, prestando mayor atención a la salud pública, la prevención del abuso de drogas y el tratamiento de trastornos causados por el consumo de drogas, y el acceso con fines médicos y científicos a medicinas sujetas a control reglamentario.
(d) Abordar el problema de las drogas en el contexto de las políticas de desarrollo. La delincuencia organizada plantea una grave amenaza al progreso del desarrollo, puesto que agrava la desigualdad de ingresos, inhibe la actividad económica y social legítima, tiene un efecto perjudicial sobre la salud pública, debilita la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de la mujer y promueve la violencia. Las economías lucrativas que giran en torno a la producción y el tráfico ilícitos de drogas solo pueden ser desarticuladas si la economía de las drogas se encara en el contexto de amplias políticas económicas. Además, los bajos índices de desarrollo económico y social a menudo recrudecen el problema de la drogodependencia, y al resolver la situación de las comunidades que se encuentran en situación económica y social más desventajosa se puede prevenir la drogadicción.
(e) Abordar los problemas relacionados con la inseguridad y la insurgencia vinculadas al tráfico de drogas, comprendiendo las raíces de la violencia y los nexos entre el tráfico de drogas y otras actividades delictivas;
(f) C ombatir el blanqueo de dinero y la corrupción en las actividades de lucha contra el tráfico de drogas y promover la cooperación internacional. El blanqueo de dinero viene de hecho a legitimar el producto del tráfico de drogas, que se utiliza luego para financiar otras empresas delictivas o infiltrarse en las economías legítimas y debilitar las instituciones estatales. La corrupción facilita el tráfico de drogas y socava el empeño de los gobiernos por combatirla. Asimismo, afecta negativamente la confianza entre los organismos encargados de hacer cumplir la ley y los organismos de justicia penal y obstaculiza la cooperación internacional. Por ello, la lucha contra la corrupción, muy especialmente en los órganos encargados de hacer cumplir la ley, es de importancia fundamental;
(g) Activar un compromiso renovado de producir y compartir datos, análisis y conocimientos. Hay todavía numerosos vacíos de conocimiento que impiden la focalización de respuestas eficaces hacia objetivos concretos. Es necesario efectuar mayores inversiones para mejorar los sistemas de vigilancia nacionales, regionales y mundiales existentes. Esa tarea entraña inversiones para mejorar el alcance de los sistemas de vigilancia existentes y aplicar nuevos instrumentos de recopilación de datos y nuevos enfoques científicos. En vista de su naturaleza transnacional, el problema de la droga no puede comprenderse mediante el examen de la situación dentro de las fronteras de un país únicamente; por consiguiente, el intercambio de datos e información de otra índole es esencial para formarse una idea exacta de la situación en materia de drogas. También es necesario que los países renueven su compromiso de suministrar datos exactos e información de otra índole a la UNODC, de conformidad con lo dispuesto en los tratados.