Primera Reunión de Ministros de Seguridad Pública de las Américas
Ciudad de México, 8 de octubre de 2008
Excelentísimo Señor Presidente,
Excelencias,
Señoras y señores,
El último Informe Mundial sobre las Drogas de la ONUDD publicado hace unos meses confirma nuestros temores: las Américas se enfrentan al problema de drogas más acuciante en el mundo - lo midamos en hectáreas de cultivo, toneladas de producción, por su valor de mercado o por el número de personas que son asesinadas en este proceso. Suramérica produce toda la cocaína del mundo - 950 toneladas, y Norteamérica consume la mitad de esta producción (la otra mitad va a Europa). La producción y el comercio de canabis, anfetaminas y precursores químicos representan igualmente una cifra astronómica en las Américas y sus flujos se circunscriben a la región.
La gran diferencia con respecto a otras regiones del mundo es que la demanda de drogas en las Américas se satisface por una equiparable oferta en el mismo hemisferio (en otras palabras, el problema empieza y termina aquí), con el resultado que los países en Centroamérica y el Caribe están atrapados en el fuego cruzado de drogas y armas. Por tanto el problema de la droga debe ser tratado a nivel hemisférico en las Américas. La opinión pública en el continente manifiesta que aquello que más teme no es el terrorismo, ni el cambio climático, ni la crisis financiera, ni el desempleo, sino la inseguridad pública. El Presidente Calderón citaba ayer a una reciente encuesta del Latinobarómetro que arroja que el 73 por ciento de los latinoamericanos temen ser víctimas de delitos violentos. Y en las Américas, la mayor amenaza a la seguridad pública procede del tráfico de drogas y la delincuencia organizada.
La violencia urbana en los Estados Unidos, los "bike gangs" en Canadá, el secuestro en México, las maras en América Central, matones en el Caribe, gángsters en las favelas brasileñas, insurgencia en Colombia - en cada uno de estos casos existe un vínculo directo con las drogas. El dinero recaudado a través del tráfico de drogas lubrica la corrupción, debilita a las Fuerzas Armadas y los cuerpos de seguridad así como a la integridad de los funcionarios públicos. El blanqueo del dinero a través del sistema bancario, compañías inmobiliarias y otras actividades económicas desdibuja la diferencia entre el Estado de Derecho y Estado del dinero.
Hay personas - como por ejemplo el lobby pro-drogas, que dirían: legalicemos las drogas y el problema del crimen desaparecerá. En otras palabras, frente a un problema difícil de resolver, se nos invita a meter la cabeza bajo tierra y aceptar el libre mercado de las drogas que matan a nuestros jóvenes. No puedo estar más en desacuerdo: La trata de seres humanos es otro de esos problemas difíciles de combatir a nivel mundial - un crimen, segundo en orden de importancia después del tráfico de drogas. ¿Deberíamos pues legalizar la esclavitud moderna a la luz de la intrínseca dificultad de plantarle cara?.
El problema de las drogas tiene que ser atajado tanto en el lado de la demanda como en la oferta, algo que no ocurre en estos momentos. Desde el lado de la oferta, la prioridad debe ser combatir más activamente el cultivo y el procesamiento de cocaína en los países andinos; así como el flujo de canabis y drogas sintéticas debe ser drásticamente reducido en Norteamérica.
Hay señales positivas de progreso. El cultivo de coca se encuentra estable en los países andinos, situándose a niveles muy inferiores a los de hace una década. En 2007, el Gobierno colombiano destruía 6.400 laboratorios de cocaína y mostraba igualmente el mayor número de incautaciones de permanganato de potasio a nivel mundial. Entre 1996 y 2006, veíamos un incremento de las incautaciones globales de cocaína de un tercio a la mitad de la producción - de 300 a 450 toneladas. Controles más severos de los precursores químicos (por ejemplo, por parte de las autoridades mexicanas) han contribuido a estabilizar el problema de las drogas sintéticas. Ustedes podrán observar más evidencia en el documento titulado La Amenaza del Narcotráfico en América que ha sido especialmente preparado por mi Oficina para este encuentro.
Las noticias desde el lado de la demanda no son tan halagüeñas: hasta que el número de consumidores de cocaína descienda a nivel mundial, el problema causado por el narcotráfico será solo desplazado a otras regiones, aunque no estará resuelto. Solamente la reducción simultanea de la demanda y la oferta podrá contener el problema del tráfico y el crimen asociado.
La ayuda a los países amenazados es una responsabilidad compartida. La ONUDD trabaja estrechamente con CARICOM y la OEA para desarrollar estrategias regionales que reduzcan la vulnerabilidad con respecto a las drogas y el crimen. Hago un llamamiento a todos los gobiernos para que adopten estas estrategias y las pongan en práctica. También agradecemos el papel desempeñado en esta ardua empresa por la Secretaría General Iberoamericana.
Al igual, me gustaría lanzar un llamamiento a todos ustedes para que hagan uso de la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional que abre el camino para instrumentos tan útiles como la extradición, la asistencia mutua legal, y las investigaciones conjuntas.
La asistencia internacional, financiera y operativa, es clave para reducir la vulnerabilidad y las consecuencias de las drogas y el crimen. Menores tasas de crimen se traducen en un mayor crecimiento económico y mayor estabilidad. Y viceversa. Por ejemplo, Haití y Jamaica podrían duplicar sus índices de crecimiento en PNB si el crimen es reducido al nivel de países como Costa Rica. En toda la región, como en el resto del mundo, el éxito en controlar las drogas y el crimen dependerá también del progreso en la promoción de la integridad, el buen gobierno, una justicia social, una policía más eficaz y mejores medidas de control financiero.
Puesto que la mayoría de los países en las Américas son federaciones, hago un llamamiento a que se preste una mayor atención al fortalecimiento de la cooperación para la seguridad pública en el marco de sus propios estados federales y también a través de las fronteras estatales.
Me atrevo a exhortarles para que involucren de forma mas activa a las autoridades municipales en pos de fomentar la seguridad ciudadana. Solamente la Ciudad de México, por ejemplo, posee más habitantes que la mayoría de los países de Europa. La experiencia nos dice que las reformas en vivienda que favorezcan a los más desfavorecidos, los programas para la juventud, la ampliación de servicios para el ciudadano, y el uso de tecnología punta en vigilancia inteligente pueden generar urbes más seguras. Mención especial merecen las ciudades en las Américas como Diadema y Curitiba en Brasil, Bogotá en Colombia, y la ciudad de Nueva York que se posicionan ya como líderes en este terreno.
La seguridad pública queda marcada como prioridad absoluta de los gobernantes de hoy, y representa el mayor motivo de preocupación del ciudadano. Como Ministros responsables de la seguridad pública, poseen una responsabilidad compartida y un interés común en generar unas Américas más seguras. La ONUDD queda a su disposición para asesorarles y aún más, para ser su socio de confianza en esta ardua empresa.
Muchas gracias por su atención.