El problema de las drogas es uno de los problemas más complejos a los que nos enfrentamos y tiene amplias consecuencias para la salud y el bienestar, las familias y las comunidades, la seguridad y el desarrollo sostenible.
Para resolverlo, es necesario un enfoque holístico que abarque muchos frentes, como se destacó en el documento final aprobado por unanimidad en el período extraordinario de sesiones de 2016 de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el problema mundial de las drogas.
Necesitamos cooperar en el ámbito internacional y hacer cumplir la ley de manera efectiva para poner fin a las redes de delincuencia organizada y los traficantes de drogas, respetando plenamente los derechos humanos y de conformidad con las reglas y normas internacionales.
Al mismo tiempo, necesitamos ampliar los enfoques con base empírica para prevenir, tratar y prestar apoyo.
En el documento final del período extraordinario de sesiones de la Asamblea General se describen medidas concretas para emprender esa acción equilibrada, basada en el principio de la responsabilidad compartida. El documento ofrece también a los países suficiente flexibilidad para que puedan aplicar políticas nacionales en materia de drogas con arreglo a sus prioridades y necesidades, como lo hice yo cuando era Primer Ministro de Portugal.
En consonancia con los tres tratados de fiscalización internacional de drogas, introduje medidas no penales aplicables a la posesión de drogas para uso personal, aumenté los recursos destinados a la prevención, el tratamiento y la reinserción social, y reforcé la penalización del tráfico de drogas.
Ninguna solución es sencilla. Sin embargo, mi propia experiencia refuerza mi firme convicción de que podemos trazar un camino mejor para hacer frente al problema mundial de las drogas.
Sobre la base de los marcos internacionales convenidos y utilizando como guía el consenso del período extraordinario de sesiones de la Asamblea General, insto a los países a que promuevan la prevención, el tratamiento, la rehabilitación y los servicios de reintegración; garanticen el acceso a medicamentos fiscalizados evitando al mismo tiempo su desviación y uso indebido; promuevan alternativas al cultivo ilícito de drogas; y pongan fin al tráfico de drogas y la delincuencia organizada. Todo lo anterior contribuiría enormemente a nuestro empeño por alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Juntos, podemos garantizar que todas las personas puedan vivir con salud, dignidad, paz, seguridad y prosperidad.