"Si Da Vinci y Modigliani hubieran sido de esta época harían grafiti"

Leidy Viviana Rayo ha vivido desde su niñez en Soacha, municipio anexo al sur de Bogotá, Capital de Colombia, con una gran riqueza ancestral pero hoy en condiciones socioeconómicas hostiles, con cerca de 400 mil habitantes.

La mamá de Viviana, Nancy Rayo, debió encargarse sola de su crianza y la de sus tres hermanas, una mayor y dos menores; razón por lo cual debía trabajar muchas horas al día.

Así, la pequeña Viviana, con sus inmensos ojos verdes, aprendió a ser independiente, creativa y recursiva desde muy pequeña. Y empezó a crear y a pintar. "Mi mamá salía desde muy temprano, pero como fuera estaba muy pendiente de nosotras. Por eso no nos fuimos por mal camino; pero esa no es la realidad de la mayoría de niñas y niños de Soacha, que por estar tan solos meten droga para evadirse de la realidad que les tocó".

 

Hera, la grafitera

Al graduarse de bachillerato a sus 16 años, hace 9, Viviana, adolescente, sintió que lo suyo era pintar dentro de la cultura hiphop. Empezó a entrenarse en el grafiti y tomó el nombre artístico de Hera, inspirada por la diosa del Olimpo, por su espíritu guerrero y por representar al amor y la fidelidad. Y también por la palabra y su gusto por la nueva Era.

El grafiti -en el cual hoy Hera encuentra sustento anímico y económico, y que la ha llevado gracias a su gran talento para ejecutarlo a  viajar por el mundo y a ser líder del no consumo de droga entre los jóvenes- le hizo vivir a Hera dos momentos diametralmente opuestos: uno cuando a los 18 años y tras escaparse de casa a la medianoche a hacer grafitis en el centro de Bogotá junto con sus dos compañeros Slim y Franco (con quienes hoy conforma el grupo de grafiti 'La Horda de Esea')  fue llevada a la UPJ, Unidad Permanente de Justicia, y tuvo que pasar la noche allí junto a trabajadoras sexuales y habitantes de calle. Y luego cuando por primera vez tuvo la posibilidad de dar cursos de grafiti a jóvenes desmovilizados en Cartagena, llevada por la ONG Fundación Social; montó por primera vez en avión y conoció el mar.

La oposición que al comienzo tuvo su mamá por su arte, se transformó luego en admiración. Y es que Hera es una de las mejores exponentes de Colombia en el grafiti, por el cual estuvo en el año 2009 en Italia -invitada por la Vicepresidencia de la República junto con la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, UNODC- en la comunidad de San Patrignano, al norte de este país, reconocida por ser centro de rehabilitación.

Hera estuvo allí con sus compañeros Slim y Franco, para pintar en un túnel entre Milán y Rímini, motivos de animales en vía de extinción (que llevan los mensajes ambientalistas y de prevención, de las áreas Responsabilidad Compartida y Reducción del Consumo, de UNODC, respectivamente: "si consumes droga, no sólo atentas contra tu vida sino contra el medio ambiente que se deteriora por la siembra de ilícitos") y para hacer un performance sobre grafiti y break dance en el día del No a las Drogas (We Free Day) en San Patrignano, que se celebró junto con 1.500 jóvenes ex consumidores de coca y heroína.

Su presencia allí fue la demostración de que las actividades artísticas pueden constituir un elemento defensor contra el consumo de drogas, en medio de un ambiente hostil y vulnerable. "Estoy convencida de que el grafiti ha sido un refugio para mí y para muchos, y de que si Leonardo Da Vinci y Modigliani hubieran vivido en esta época serían grafiteros", comenta Hera.

Hoy Hera gracias a su trabajo rentó junto con su compañero Franco un espacio como estudio y taller de trabajo, cerca del centro de Bogotá. Allí quiere continuar un sueño cuyo nacimiento en Soacha tuvo el apoyo de UNODC y otras entidades: La Casa Sha, lugar de encuentro de jóvenes para el aprendizaje de artes, que los resguarde de la exposición al consumo de drogas y otras realidades que golpean a Soacha y a muchos otros sectores de la ciudad y el país.

Más que un espacio, Casa Sha es un concepto de prevención y mitigación, que hoy Hera quiere mantener en su estudio de artes. Se fortalece con un sello de empresa productiva (grafiti, serigrafía, aerografía, body paint, intervención de interiores, diseño, ilustración). "Además de generar oportunidades de empleo para nosotros mismos, conectamos a las personas con su propio talento; para que sea su pasión y su sustento de vida".

La experiencia de Hera como tallerista empezó con niños y niñas en el Putumayo, departamento al suroriente del país, afectado por la siembra de cultivos ilícitos, el desplazamiento y demás flagelos sociales acarreados por el narcotráfico y el conflicto político de Colombia.

Hasta allá llegó Hera, valiente, llevada por una organización no gubernamental, y congregó a pequeñines y jóvenes para pintar un gran mural, enseñándoles su técnica del grafiti. "Los invité a dibujar lo que sintieran en ese momento. Pintaban lágrimas, ilusiones, sueños, pesadillas, miedos, gente muriendo… fue un desahogo importante para ellos y luego, al ver la obra, se sintieron felices. Fue una gran  experiencia".

 

Un sueño: estudiar

"Yo trabajé desde los 12 años, para ayudar a mi mamá. Vendía chance y le ayudaba en los puestos ambulantes de comida en diferentes espacios de la ciudad. Me gusta estudiar y fue duro cuando acabé el bachillerato y no pude entrar a la universidad.

"Autososteniéndome, tomé cursos de  inglés un tiempo y finalmente empecé a estudiar diseño gráfico en una fundación universitaria. No terminé,  a causa del bajo nivel educativo. Necesitaba realmente aprender cosas que me ayudaran en mi proceso artístico. Desde entonces he hecho cursos con personas, leo libros, tomo diplomados, etc., ya que me gusta aprender.

-¿Dónde conseguían las pinturas junto con Slim y Franco?

-Hacíamos un gran esfuerzo para comprarlas en ferreterías. Con lo que gané en un contrato con la Embajada de Estados Unidos para un evento en Cartagena, compré mi computador; en el que exploro empíricamente varios programas. Con mi trabajo (diseños gráficos, bodypaint, agendas, fotografía, animaciones, stickers) financiamos los materiales y hacemos posible el objetivo de Casa Sha: la autosostenibilidad.

"Convencer a los pelados de que existe otra diversión diferente de inhalar pegante y meter bazuco no es fácil pero es nuestra misión. A pesar de la falta de oportunidades  para llevar a cabo esta idea colectiva, sumándole los diferentes ideales a nivel personal, considero que más alla de ser líderes en la palabra, es muy importante mantenernos firmes como artistas gráficos independientes; evolucionando cada vez más en nuestro campo de acción, dándonos a conocer y siendo un ejemplo a seguir para los  chicos y chicas del municipio de Soacha. En donde nosotros mismos somos testimonio directo de la frase proyecto de vida: "resistir desde nuestra pasión".